Sufrimiento vs. Renovación
2 Co 4:16–17 — “Aunque nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día…
nuestra leve tribulación momentánea produce una gloria eterna y pesada.”
1 Tes 3:3 — “Estamos destinados a sufrir tribulaciones.”
Aspecto |
Sufrimiento |
Renovación |
Significado |
El sufrimiento
es la porción que Dios ha asignado a Sus escogidos, un proceso de
quebrantamiento y traslado del ámbito de la vieja creación al de la nueva. |
La renovación
es el suministro interior de la vida de resurrección mediante el Espíritu, la
cruz, nuestro espíritu mezclado y la Palabra, haciéndonos nuevos cada día en
la realidad de la nueva creación. |
Representación |
“El
hombre exterior se va desgastando” (2 Co 4:16), lo cual simboliza el quebrantamiento de la vida natural, la carne y el
yo. |
“El
hombre interior se renueva de día en día”, lo
que representa el fortalecimiento y la vivificación de nuestro espíritu por
la vida de resurrección de Cristo. |
Resultado |
El sufrimiento
nos humilla y nos quebranta, eliminando el orgullo y la autosuficiencia, y
nos vuelve a nuestro espíritu. |
La renovación
nos introduce en la esfera de la nueva creación, capacitándonos para vivir y
servir en novedad de vida, preparándonos para la edificación de la Nueva
Jerusalén. |
Diferencia |
El sufrimiento
es exterior, destructivo y despojador. |
La renovación
es interior, constructiva y transformadora. |
Explicación |
Las
tribulaciones son designadas por Dios (1 Tes 3:3) para trasladarnos
a la esfera de la nueva creación. Sin renovación, el sufrimiento carece de
sentido. |
La renovación
proviene de volvernos al espíritu para recibir el suministro divino—vivir en
novedad de vida (Ro 6:4) y servir en novedad de espíritu
(Ro 7:6)—eliminando todo elemento viejo. |
Ejemplo |
Pablo se
regocijó en sus sufrimientos (Col 1:24), sabiendo que producían una gloria
eterna. Las pruebas matrimoniales o personales son instrumentos de
transformación. |
La renovación
diaria mediante el avivamiento matutino, la oración en el espíritu, la lectura
de la Palabra, el perdón mutuo y la participación en la cena del Señor en
“novedad”
(Mt 26:29). |
Aplicación |
No desmayar en
medio del sufrimiento; volverse al espíritu como refugio (Sal 91:1); reconocer el propósito soberano de Dios y someterse con
gozo. |
Practicar la
renovación diaria por la cruz, el Espíritu, el espíritu mezclado y la
Palabra; mantener un corazón fresco, lavado y perdonador delante de Dios y de
los hombres. |
Relación mutua |
El sufrimiento
es el camino hacia la renovación; sin sufrimiento, no hay renovación genuina. |
La renovación
es el resultado y el propósito del sufrimiento; mediante el sufrimiento, la
renovación llega a su plenitud. |
Pasajes bíblicos |
Sal 91:1 — “El que habita al abrigo del Altísimo morará
bajo la sombra del Omnipotente.” |
🔑 Resumen de Puntos ClaveL:
1.
El sufrimiento es designado
por Dios—un proceso necesario para eliminar lo viejo y llevarnos a la
nueva creación.
2. La renovación es el propósito de Dios—una transformación interior
continua mediante la vida divina.
3. Sin renovación, el sufrimiento no tiene sentido; sin
sufrimiento, la renovación no tiene raíz.
4.
Nuestro refugio
está en el espíritu—volvernos al Señor y permitir que Su Palabra nos lave es
el comienzo de la renovación.
5. Cuatro fundamentos de la renovación: la cruz, el
Espíritu, el espíritu mezclado y la Palabra.
6. Resultado final: andar en novedad de vida, servir en novedad
de espíritu, y ser edificados en la Nueva Jerusalén.
🕊️ Conclusión:
El propósito de Dios al permitir el sufrimiento no es
destruirnos sino transformarnos. Cada aflicción adquiere sentido cuando produce
renovación. Al volvernos al espíritu día tras día, experimentar la cruz y
permitir la obra del Espíritu y de la Palabra, somos renovados hasta llegar a
la realidad de la Nueva Jerusalén—totalmente nueva, sin ningún elemento de la
vieja creación.
*Consulte el tema general
de la capacitación internacional de ancianos y hermanos responsables de mayo de
2025: Mateo 5-7 Aspectos vitales Capítulo 1 La bendición de los pobres en
espíritu y los limpios de corazón, que están bajo el gobierno celestial de
Cristo, el nuevo Rey, y que ven a Dios y se expresan en su vida, y tienen su
autoridad para representarlo.
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